Extremidad

El antebrazo articula arrugas casi beige:
manos contraídas que, en su delirio,
irradian espejismos.

Hay mudez incitando el apagón,
días que transcurren
en puestas en escena baladíes.

¿Baladíes, dije? Es que hay ardor
en la aureola, en cada minúsculo
aspecto del acontecimiento.

De La felicidad ajena

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s