Si como me explican es
en el fútbol donde
se reconoce al generoso
al cobarde al malvado
y allí donde se aprende
a caer
sin lastimarse tanto,
ahora
todo se esclarece
y maldigo, sí,
a esta perra suerte
de ir por el mundo
sin saber distinguir
al que me dejará
sangrando en el piso
del desprendido que
me ofrecerá su mano
su moneda su pañuelo.
Así, corriendo siempre
para el lado equivocado,
golpeando
otra vez
la frente contra la vereda.