Si vuelve, iremos al mar. Será verano, pleno verano. Entre el momento en que abro la puerta y el momento en que nos encontramos de nuevo frente al mar, yo he muerto. En una especie de supervivencia, veo que el mar es verde, que hay una playa un poco anaranjada, la arena. En el interior de mi cabeza, la brisa salada que impide el pensamiento. Yo no sé dónde está él en el momento en que veo el mar, pero sé que vive. Que está en algún lugar de la tierra, por su lado, respirando. Así que puedo tumbarme en la playa y descansar. Cuando regrese iremos al mar, un mar caliente. Es lo que más le gustará, y también, además, lo que mejor le sentará. Él llegará, irá hasta la playa, se quedará de pie en la playa y mirará el mar.
De El dolor, de Marguerite Duras