tú le harás la pregunta?
cuál?
la de saber qué quiere hacer con sus perros?
desvía su mirada hacia el parque oscuro.
tal vez más tarde durante la noche, dice.
david se agita en su sillón. abre los ojos. vuelve a dormirse. abahn dice: hablamos de perros y david se ha despertado?
sí lo has adivinado.
en la voz se ha introducido una lentitud, idéntica. pregunta:
por qué me dejaste entrar? por qué?
ella contesta enseguida: tú entraste.
por qué me hablas? tú me hablas.
bruscamente la mirada se agranda, la mirada se vela.
no temas nada, dice, no temas nada.
silencio. mira la forma frágil, erguida. la mirada está velada. ella escucha: unos perros aúllan.
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fragmento de abahn sabana david, de duras, traducción de bignozzi, 1991, ediciones noguer, hallazgo de ayer en la noche de las librerías, quedaban pocos ejemplares en ese siempre increíble lugar de corrientes entre libertad y nueve de julio, no podrán decir que no avisé, ah y quedaban también pocos de un librito precioso para chicos de clarice lispector («…así transcurría la vida, mansa y tranquila, los varones varoneaban, las mujeres mujereaban, los niños niñeaban, los vientos ventaban, la lluvía llovía, las gallinas gallinaban, los gallos gallaban, la higuera higuereaba, los huevos ovaban, y así sucesivamente…»), se llama casi verdad…
aquí un maravilloso artículo sobre marguerite duras http://revistakatharsis.org/marguerite_duras.html («El rostro devastado de la escritora nos era ya familiar, y me acerqué lentamente para ver de cazar algo de la conversación. El amante desdeñado desgranaba su corazón dolorido ante la vieja amiga. «Fue un error -decía- no debí haber telefoneado». Suavemente, Marguerite Duras suavizó la tierra labrada de sus arrugas, sus ojos parpadearon y dijo quedamente: «II n’y apas d’erreur. Il n’y a que des actes bizarres.» Traduzco aproximativamente, como es de necesidad: «No hay errores. Sólo hay actos extraños.»»)