-Tenga cuidado, joven -le silbó suavemente el prebístero Garuby-. Usted se equivoca al querer intentar esta experiencia temible, se expone a una desilusión segura y terrible. Verá cosas extrañas, monstruosas, que lo volverán loco, irremediablemente loco, luego de cerrar lo que llamo los otros ojos.
-No tema -replicó orgullosamente el joven-. Mi razón es firme, puedo asegurárselo. Ha resistido la lectura de los metafísicos. En cuanto a mi corazón, es más sólido todavía, si es posible. Es a prueba de desilusiones, en la medida en que nunca padeció ilusión de algún tipo. Cuando usted guste, ábrame lo que llama los otros ojos.
Principio del cuento «Los otros ojos», de Jean Richepin, que «abre» la Antología del decadentismo, Caja Negra Editora, Buenos Aires, 2007, con selección, traducción y prólogo de Claudio Iglesias.