te voy a inventar
un apósito especial
que no te deje marcas
y te cure lenta
pero profundamente
y que te haga tan fuerte
como el árbol que dibujás
en el aire, acá,
entre estaciones,
en puntas de pie,
con la bolsa escondida
en la remera
que ahora se pinchó
y gotea un hilo
infinito y pegajoso
lo tenemos que escrachar
al ferretero ese,
te digo, y vos te reís
con tu risa de nene,
y empezás a actuar
como si tuvieras
una cámara oculta,
exagerando
los ademanes de filmar,
como antes,
cuando en el aire dibujabas
ese garabato de árbol
yo te había traído
un cuaderno
donde escribí
tu nombre inclinadito
como me enseñaron
a mí en el colegio
lo miro y pienso
un segundo y te pido
que el sábado que viene
vayamos a escribir
al bar que vos quieras
¿a ese de ahí?
me preguntás
con tus ojos suaves
sí, dale, sí,
a ese de ahí
Bello
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