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¡Nosotros sabemos lo que nos enferma!

Cuando nos sentimos mal nos enteramos

que eres tú el que nos va a curar.

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Durante diez años, nos dicen,

en hermosas escuelas

construidas con dinero del pueblo,

aprendiste a curar, y tu ciencia

te ha costado una fortuna.

Tienes que saber curar.

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¿Sabes curar? En tu consultorio

nos arrancan los harapos

y tú aplicas el oído a nuestros cuerpos desnudos.

Una mirada a los harapos te informaría mejor

sobre la causa de nuestra enfermedad. La misma causa

desgasta nuestros cuerpos y nuestras ropas.

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Dices que el dolor en el hombro

proviene de la humedad, de la que

también proviene la mancha que hay en la pared de nuestra casa.

Dinos entonces:¿de dónde proviene la humedad?

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Exceso de trabajo y falta de comida

nos hacen flacos y débiles.Tu receta dice:

“Tiene que aumentar de peso.”

Es como decirle al junco

que no debe mojarse.

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¿Cuánto tiempo nos dedicas?

Es evidente: la alfombra de tu casa

cuesta tanto como cinco mil consultas.

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Probablemente dirás que eres inocente.

La mancha de humedad en la pared

de nuestra casa

dice lo mismo.