Hasta los chicos cooperaban, arrojando a la fogata papeles, alguna maderita. Pensaba Fabián que era la única manera de combatir el desaliento de la gente. Avanzaba un poco a ciegas, solo guiado por su intuición. El trabajo en común, en equipo y con conciencia de que formaban una comunidad, era lo único que podía salvarlos. Había allí gente que conservaba un charco delante de la puerta en lugar de colocar unas piedras o unos ladrillos. Intentar cualquier cosa, antes que ese tipo de resignación. Trabajando se repecha la difícil cuesta de una salida hacia el futuro. Trabajando creaban el futuro en el presente, y disfrutaban el placer de ese esfuerzo.
Fragmento del capítulo 2 del libro Villa Miseria también es América, Eudeba, 1966.