casi siempre la ciudad
es oscura y brutal
pero cuando vos y yo
la recorremos a pie
o en un convoy
fuera de sí
el cielo brilla magenta
y los semáforos
se sincronizan
con nuestro pulso,
un metrónomo tan exacto
que todo se detiene.
y nos quedamos flotando
como esas gotitas
de aliento en el aire
en la serie de ciencia ficción
que tanto te gustaba.
piadosamente congelados
antes de que el mundo
se termine.
Nunca hay piedad en la muerte pero muy bien lo expresàs en èste bellìsimo poema… quedaron piadosamente congelados en la vida y eso nadie pero nadie lo puede arrebatar.
Què maravilla el amor, los afectos! Es un poema perfecto!
Algunos se pierden ese capìtulo, vos no, vos no, ese capìtulo lo viste sin ningùn lugar a dudas.
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Amiga, me olvidè de dejar mi nombre, Cristina Pèrez. Està bueno saber quien lo deja.
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