El cuerpo de la voz . Francine Masiello . Fragmentos . La poesía es un espacio en el que la protesta se escucha

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Si la ética, tal como yo la entiendo, adopta estas relaciones fundamentales entre el yo y los otros, con el fin de pasar de la empatía a la acción y de ir más allá de nuestra preocupación por nosotros mismos, entonces tal vez una lectura somática pueda ayudarnos a llenar esos huecos haciendo de la respiración y la palabra quebrada una suerte de puente entre todos.

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Encontremos esos puntos de contacto entre nuestros cuerpos y el poema, de modo que la voz, el ritmo, el acento y el oído estén totalmente comprometidos.

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Un pacto ético se consigue no solamente a través de la identificación del lector con el contenido, sino también a través de la propia experiencia visceral, corporal de la transición que involucra los sonidos y la voz.

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El ritmo estimula una nueva conciencia del yo respecto a su relación con los otros. Nos prepara para imaginar otros circuitos de contacto que evitan el control de la ley.

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Si la economía global se cierne sobre nosotros y afecta nuestras vidas cotidianas, también existe una enérgica resistencia que se experimenta en las artes, gracias a la presión material de cuerpos y voces contra cualquier dogma abstracto y totalizante.

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La poesía, entre otras artes, es un espacio en el que la protesta se escucha, en el que la fricción entre los cuerpos -y entre los cuerpos y las voces- se hace sentir. Es materia viva, está atada al presente, es algo que prácticamente podemos tocar, y también es una experiencia que trazamos en nosotros mismos, como resonancia de voces lejanas.

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Al final, la voz del poema forma parte de nuestro cuerpo, somos uno con el poema.

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El cuerpo de la voz (poesía, ética y cultura), Francine Masiello, Colección Ensayos Críticos, Beatriz Viterbo Editora, UNR, 2013.

Un comentario

  1. Totalmente de acuerdo: hay una implicancia recíproca entre cuerpo y poema. La misma fuerzas que hacen del cuerpo una batalla permanente de integración/desintegración, se trasladan al poema. Y viceversa. Rubén Melero.

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