Me duele la muñeca de la mano
con la que escribo escondida acá
en su torsión para evitar el roce
con el anillado, por escribir al revés,
por zurda.
Me duele el estómago, es un dolor
reconocible, viene conmigo
desde hace tanto, es
una puntada del lado derecho
justo donde debería estar
la vesícula que me extirparon.
Aunque la ecografía muestre solo
sutura, ahí sigue
mi dolor fantasma.
Quizá sea el doblez
de la mano que escribe que tensa
su conexión con el resto del cuerpo
y punza
esas fibras lejanas.
Voy a seguir ese diálogo voy a insistir
la cabeza gacha sobre el cuaderno
la mano encorvada y su tirón
a ver si la corriente logra llegar
a la garganta
y que todo el cuerpo se imante y diga.