Hugo Padeletti (1928-2018)

Uno escribe poemas

porque está vivo. No se puede
enfriar el Ecuador y calentar
la Antártida; se puede

templar la voz. Las evasivas
palabras
se avienen al pautado molinete

del tiempo. Sin ponerse
fuera de sí – corpóreas,
consteladas –

son éxtasis. Leudante
es el sesgo innombrable
que se refracta: lo no dicho

produce clima, al pensamiento
le brotan yemas, un acento
de lenta languidez

de pronto es instrumento
de rebato. ¡Oh falacia
de ser ajeno, exiguo, vieja muda

que asfixia: la evidencia
despierta te descarta! ¿No es el arte
[la poesía, ¿no?]
del plantío en la lluvia, su primicia

de verde dicha? Fugitivos
brillantes en las ramas, alegría
sin yo, toda sumida

en el objeto. Instante,
revelación. ¿De qué?
No hay sujeto

que lo predique. Meta
del anzuelo en el agua
es presentarlo: a veces,

eso pica.

*

Parte de la inolvidable lectura de Hugo Padeletti el viernes 20 de noviembre de 2015 en el ciclo Poesía en la Terraza #10, Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

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