RESPUESTA A MURIEL RUKEYSER . Un poema de Karina Ardizzone

siempre estuvo tu mano – muriel
alrededor de este – mi cuerpo
alrededor de mi círculo
¿cuál es el sinónimo menos trillado de círculo?
¿cuál es el sinónimo menos trillado de tristeza?
eso soy ahora – no estoy sola
siempre estuvo tu mano – lo sé
me acurruco cansada con la cabeza gacha
soy de nuevo una niña con una infancia violenta
en un barrio devastado – yo no pido que me ames
lo que yo quiero es que me conozcas:
este es mi cuerpo
un laberinto – al final del camino
está la puerta cerrada con una llave
que arrojé al fondo de un lago turbio
muriel eso soy ahora
siempre estuvo tu mano : te hablo

.

Karina Ardizzone, Buenos Aires, 1990. Creció en La Reja, Moreno. Hace 7 años reside en CABA. Estudia Artes de la Escritura. Concurre a clínica de obra con Daniela Camozzi. El poema publicado pertenece al libro La forma más autónoma del cuerpo que será editado por Agua Viva Ediciones (Ig: aguaviva.ediciones)

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Crédito de la foto: Hand (Muriel Rukeyser), Berenice Abbott.

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[El poema de Ardizzone dialoga con dos obras, la foto de Abbott y este poema de Rukeyser (versión que publiqué en el libro Donde sea que vaya y otros poemas, editado por Viajero Insomne):]

DOS PERSONAS QUE INTENTAN COMUNICARSE


: Hablame. Acá está mi mano. ¿Qué sos ahora?
Te lo diré todo. No voy a ocultarte nada.
Cuando tenía tres años, un nene me leyó un cuento
sobre un conejo que se moría, yo me escondí debajo de una silla :
un conejo rosado : era mi cumpleaños, y me quemé
el dedo con una vela, y me dijeron que fuera feliz.


: Quiero que me conozcas. No soy feliz. Te soy sincera:
Imagino veleros blancos y un cielo como música, como los vientos
de una orquesta, suaves, el vuelo de las aves, y un abrazo.
Una vez amé a alguien que quería vivir, siempre, en altamar.


: Hablame. Acá está mi mano. ¿Qué sos ahora?
cuando tenía nueve años, era completamente cursi
e impresionable : mi tía viuda tocaba a Chopin
y yo apoyaba la frente sobre la madera lustrosa del piano y lloraba.
Ahora quiero estar más cerca tuyo. Querría,
de algún modo, acercar los minutos de mis días a los tuyos.


: No soy feliz. Te soy sincera.
Siempre me gustaron las luces prendidas por la noche, los poemas tranquilos.
Muchas veces en mi vida tuve miedo. A veces pienso
que la vida de él sí fue una verdadera tragedia.


: Acá está mi mano. Encerrá mi mente en tu puño. ¿Qué sos ahora?
Cuando tenía catorce años, fantaseaba con suicidarme, me asomaba
a una altísima ventana, al atardecer, me inclinaba hacia la muerte :
si la luz no hubiera fusionado la belleza de las nubes y los valles,
si la luz no hubiera transformado aquel día, me habría arrojado.
No soy feliz. Estoy tan sola. Hablame.

: Te soy sincera. Creo que nunca me amó:
Lo que él amaba era la arena brillante, los bordecitos de espuma
de las olas más pequeñas, el vuelo de las gaviotas:
me dijo con su alegre voz: te amo. Pero lo que yo quiero es que me conozcas.

: ¿Qué sos ahora? Si pudiéramos tocarnos,
si nuestros seres fragmentados pudieran entenderse,
encajar, como las piezas de un rompecabezas… ayer
me quedé parada en la calle, había tanta gente,
y nadie decía nada, y la mañana resplandecía.
Todos callados, yendo y viniendo… Acá está mi mano. Hablame.

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