Paula Irupé Salmoiraghi . que no se me note el alma de piedra

 

Yo estoy allá

Me miro y me doy pena:
sentadita allá en mi infancia triste.

 

 

Querida poesía:

Caé sobre mí gota a gota
horadame
haceme porosa
que no se me note
el alma de piedra.

 

 

Toque

Me tocaste.

Y mi cuerpo de acero
se acordó de ser arcilla.

 

 

Underworld cotidiano

¿Vieron Underworld
la película
de hombres lobos
y vampiros?

¿Se acuerdan de la parte
en la que el héroe enamorado
tira baldes de pintura negra
contra los ventanales del galpón
porque amanece y su vampira
debe ocultarse del sol?

Siempre fue para mí
la perfecta
escena de amor.
Pienso en ella
cuando Gustavo
mata mosquitos a los golpes
contra la pared de mi pieza
mientras yo
semidormida
le señalo:
allá hay otro.
Y él aplaude en el aire y me pregunta:
¿Lo maté?, mostrándome
las manos
abiertas.

 

*

Estos poemas de Paula Irupé Salmoiraghi son de su libro El cajón de las manzanas podridas (Baltasara Editora, Rosario, 2016).

Los leímos en el taller de la semana pasada con las chicas del Frida: hablamos de cómo un poema puede ser breve y lírico-poderoso, o largo y narrativo-rítmico, de lo certeros y bellos que son estos textos. Y de la verdad dislocada de la poesía: nos quedamos convencidas de que la «perfecta escena de amor» no es tanto la de la peli, sino la de Gustavo y ella, una escena tan feliz que el aplauso nos sonó más a risa, a risa compartida, que a aplauso.